Las economías en desarrollo latinoamericanas presentan un crecimiento económico interesante, los resultados macroeconómicos son muestra de estos progresos. Sin embargo se presenta una divergencia en el beneficio social, es decir que la inclusión social no ha sido lo suficiente para los grandes sectores de la población.
Estamos hablando de que se han generado brechas sociales, productivas, económicas y porque no decir hasta éticas.
En este articulo hablare sobre las brechas de productividad, basándonos en el informe del CEPAL denominado: “La hora de la igualdad” del 2010, en el cual se pone de manifiesto que dicha brecha de productividad se divide en dos tipos. El primero es el rezago relativo, o brecha externa, que refleja las asimetrías en las capacidades tecnológicas de la región con respecto a la frontera internacional, referido a los diversos niveles de tecnología que puede disponer cada país en comparación al resto, tenemos el caso de la tecnificación de Brasil en comparación a Bolivia, ni que decirlo a Estado Unidos.
El segundo rasgo distintivo es la brecha interna, o sea, las notorias diferencias de productividad que existen entre los distintos sectores y dentro de cada uno de ellos, así como entre las empresas de cada país, que son muy superiores a las que se observan en los países desarrollados.
Es decir que la disponibilidad y calidad de la productividad es tan importante para entender la calidad de los productos y/o servicios que ofrecen, pero sobretodo la incidencia tendrá en la vida de sus trabajadores, dado que un trabajador participante de una productividad mínima corre el riesgo de no ser competitivo tanto profesional como personalmente, al no sentirse parte de una realidad de eficiencia empresarial.
En este estudio se menciona que las brechas sociales no pueden explicarse sin entender la desigualdad en la calidad y productividad de los puestos de trabajo en y entre los distintos sectores de la actividad económica, la que se proyecta en rendimientos muy desiguales entre los trabajadores, el capital y el trabajo, es decir que la ausencia de una tecnificación relacionada al recurso humano en los diversos sectores productivos, genera márgenes de beneficio que son estratégicos para la competitividad de la empresa.
Una de las causas que se hace referencia es la migración interna, aquella movilización del campesino a la ciudad, con carencias notables de competencias adecuadas para acoplarse a las necesidades urbanas de los sectores urbanos industriales. Produciéndose una desigualdad social muy marcada en las diversas realidad de América Latina y el Caribe, ya que las brechas de productividad reflejan, y a la vez refuerzan, las brechas de las capacidades, de incorporación de progreso técnico, de poder de negociación, de acceso a redes de protección social y de opciones de movilidad ocupacional ascendente a lo largo de la vida laboral.
Se menciona también que en los sectores de baja productividad tienen enormes dificultades para innovar, adoptar tecnología e impulsar procesos de aprendizaje, la heterogeneidad interna agudiza los problemas de competitividad sistémica. De modo que se generan círculos viciosos no solo de pobreza y bajo crecimiento, sino también de lento aprendizaje y débil cambio estructural. Por lo tanto, abordar en forma complementaria ambas brechas resulta clave para alcanzar un desarrollo dinámico e inclusivo.
¿Cómo solucionar la ausencia de una productividad con rostro humano?, se debería crear una consejo de productividad adscrito a la competitividad, integrado por los gremios empresariales, los trabajadores y el gobierno, donde se determine las políticas estratégicas que se desarrollaran considerando la realidad de los diversos sectores productivos, las implicancia sociales que conllevaría. Dichas políticas deben ser priorizadas en función a la realidad disponibilidad y la accesibilidad de tecnología tanto interna como externa. Establecer centros de investigación, considerando los principales espacios geográficos con alto potenciales productivos. Promover los incentivos fiscales para quien invierta en el desarrollo de nueva tecnología nacional. Un principal paso, debe ser integrar la educación escolar, técnica y universitaria a dichas políticas, adecuando cada agenda académica a las necesidades del país y locales. Estas son algunas de las medidas que permitan mejorar la productividad real de los diversos sectores productivos en América Latina y el Caribe, pero dicho cambio depende de la voluntad de sus actores sociales, económicos y políticos.
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