En
el documental de CEPAL (2006) denominado “Revalorización de la planificación
del desarrollo” confirma que el primer país que aplicó la planificación a la
conducción de la sociedad fue Rusia. En los años de la revolución bolchevique
(especialmente en el período comprendido entre 1917 y 1930) no existían
experiencias de planificación, aplicadas al cambio social, debiéndose diseñarla
e implementarla tanto a partir de la reflexión teórica como, principalmente, de
las condicionantes sociales en las que se desarrolló este proceso de
transformación radical de una sociedad semi-feudal a una sociedad socialista.
En
el citado documento señala que en 1947 un grupo de intelectuales reunidos en los
Alpes suizos fundan la Sociedad Mont Pelerin5 que propicia el estudio y el
fortalecimiento de las sociedades libre y las virtudes y defectos del sistema
de libre mercado. Es, también, en este mismo contexto que Karl Manhein, en
1945, abogaba por una defensa de la planificación afirmando que en su esencia y
en sus métodos existe nada que obligue a sacrificar las libertades individuales
o la idea de la auto determinación democrática.
En
diversos países de América se establecieron tempranamente oficinas de
planificación nacional, su aceptación generalizada como instrumento para
promover el desarrollo deriva de las resoluciones de la Carta de de Punta del
Este en 1961 y de su mecanismo principal la Alianza para el Progreso que, entre
otras, condicionaba la ayuda internacional a la preparación e implementación de
programas nacionales de desarrollo económico y social.
La
inserción de la planificación en la institucionalidad de los países, alcanza en
casi todos ellos rango constitucional
y se la concibe como el instrumento
de que dispone el Estado para cumplir con
su responsabilidad respecto del crecimiento y desarrollo.
En
las últimas décadas se han constituido en los países de América Latina, la
estructura y los medios organizacionales que permitan sistematizar las políticas de planeamiento en los diversos ámbitos
internos de gestión.
Sin
embargo se logra identificar que son
pocos los que destacan, entre muchos factores encontramos: a) El escaso
fortalecimiento de las Institucionalidad, b) El desinterés de la ciudadanía por
resultados de largo plazo, c) Representantes políticos carentes de conocimiento
técnico, d) Sistemas públicos escasos de sistematización.
Sin
embargo la planificación en determinados países europeos y asiáticos es muy
notoria, la eficiencia y productividad alcanzada los distancia mucho de la
realidad de la mayoría de países latinoamericanos. Un factor fundamental que
demuestra la connotación de la planificación es la VISIÓN de sus ciudadanos.
Sin
una sociedad no posee una perspectiva clara del futuro, difícilmente tenga
estrategias que lo guíen por un sendero valido, la articulación de sus sistemas carecen de
una brújula clara de efectividad.
La
visión no es sólo un querer, un soñar, sino es una concientizarse de lo que existe y tenemos, como debemos articular
nuestros sistemas y voluntades sociales.
La
pregunta es cómo potencializar la identidad de desarrollo, cambio y aprendizaje
que nos lleva a desear un sueño competitivo.
La
primera base de promover la inquietud por una visión de desarrollo es generando
un reconocimiento del Know house de los
perfiles de cada trabajador y ciudadano relacionados por espacios
geográficos, culturales, políticos, económicos y tecnológicos.
Es
decía que la visión comienza en el simple reconocimiento de los que soy y puedo ser,
la cual nos conlleva a definir en principio lineamientos de avance que promuevan
el despertar de la visión institucional.
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